

Cuando David Grussaute llegó a Eivissa, lo que más le chocó fue oler a comida por todas partes, «en el buen sentido de la palabra». «Me sorprendía mucho estar en la playa y que me llegara el aroma del sofrito de la paella o de los calamares a la plancha de un chiringuito», recordaba ayer, aún con gula. Un cuarto de siglo después, ese flechazo que sintió Grussaute por la cocina local y que marcan sus creaciones en el restaurante Unic se ha visto recompensado con el Premio a la innovación de la Academia de Gastronomía de Ibiza y Formentera. A la hora de recoger su premio, el chef dejó claro que él es «más de fogones que de discursos». Así y todo, conmovió a todos los asistentes a la gala en el hotel Oku por su humildad al agradecer el dictamen del jurado. «Este es mi primer premio, así que para mía es como recibir un Oscar o un Goya», confesó
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